Patri de Blas y Álvaro Corcín, ilustradores: «Para crear algo tienes que empaparte de ideas y obras, todo eso se mezcla y se compone en tu cabeza»

  • «Cuando ilustro, también plasmo rasgos del diseño gráfico, y cuando diseño, aplico lo que sé de ilustración; es bastante difícil separarlas a la hora de crear»

  • «El estilo propio es como una receta, está llena de ingredientes: vas uniendo cosas y al final, el resultado es la mezcla de todo lo que has echado»

  • «Si no tenemos ética, ¿a dónde vamos?»

 

Álvaro Corcín y Patri de Blas son ilustradores. Además de pareja, son socios, autónomos y artistas dedicados a la creación de dibujos al servicio de una historia. Ellos se dedican a la ilustración infantil porque es la temática que consigue arrancarles una sonrisa. Y se nota que es vivencial, no solo porque la propia respuesta la hayan expresando sonriendo, sino porque tienen claro que «si hay que trabajar en algo, mejor que sea en aquello que te hace feliz«.

Aunque también explican las bondades de la ilustración para niños en contraposición con lo vivido como diseñadores gráficos. «Acabé hasta las narices de los clientes que nos pedían diseños», esta fue la sentencia de Patri. Su hartazgo tiene una explicación: «en la mayoría de casos, hay bastante intrusismo por parte del cliente y, al final, se meten tanto en tu trabajo que la creación se limita».

Además de una creciente democratización del diseño gráfico gracias a programas como Shutterstock y Canva, otro de los males que se encuentran en esta profesión es una mentalidad que debe ser derribada cuanto antes. Patri insiste en que el público tiene que hacerse cargo del gran esfuerzo que conlleva crear, por ejemplo, un logotipo: «hay toda una reflexión detrás, plasmada en los colores, en las formas, en las letras». Pero lo realmente importante es la falta de autonomía creativa.

La ilustración por otro lado, es mucho más respetuosa en ese aspecto: «el cliente confía en el artista y respeta y valora su trabajo». Según la explicación de Álvaro, la disciplina que más libertad permite al artista es el arte «con mayúsculas», es decir, la pintura, la escultura y todo aquello que estamos acostumbrados a ver en los museos. Después, encontramos la ilustración, en la que se mezcla la creatividad del artista con el servicio a un fin: la exposición de una historia. Pero recuerdan, «en la ilustración las personas se fían bastante de los ilustradores, dejan que hagamos nuestro trabajo».

La última disciplina es el diseño gráfico, que está completamente al servicio del cliente y no deja espacio para que el artista explaye su creatividad y su visión. «El proyecto es el que marca todo lo que se tiene que hacer y no te puedes salir de eso». Un diseñador no tendrá autonomía para crear, pero esto no es porque cada rasgo deba tener una relación directa con los objetivos pretendidos, sino porque en la mayoría de casos el cliente sobrepasa sus límites y exigencias con respecto al artista.

La sinergia entre ilustración y diseño gráfico

Pese a la mala experiencia como diseñadora gráfica, Patri es clara en lo que concierne a su mentalidad: «Cuando ilustro, también plasmo rasgos del diseño gráfico, y cuando diseño, aplico lo que sé de ilustración; es bastante difícil separarlas a la hora de crear».

Y esto se debe a su progresión durante la carrera. Patri comenzó Bellas Artes en Cataluña, lugar en el que aprendió a «ponerle nombre a las cosas» y a usar un «método». De esta manera, podía hablar con el resto de estudiantes y de profesores de las mismas cosas, pues se había creado un universo de símbolos, con un lenguaje común, gracias al cual podía aprender, crecer y mejorar; pero advierte que esta fase de su vida, dedicada a aprender universitariamente el diseño gráfico, le sirvió para adquirir más conocimiento que práctica.

«En Bilbao me quemé la mano de tanto dibujar». Y además, allí fue donde se enamoró inexorablemente del cómic. Si Barcelona supuso un descubrimiento conceptual y teórico, su estancia durante la carrera en el noroeste de España le enseñó que a ilustrar se aprende ilustrando.

Pequeños detectives de monstruos

Con este juego de rol pretenden combatir algunos de los miedos infantiles más comunes y, también, problemas graves como el bullying o la falta de empatía. Fotografía realizada por Laura Carapeto Moreno.

Ya al final de la conversación, Álvaro comenta una idea en relación con lo anterior, que bien puede servir para cualquier estudiante: «Tienes que creértelo, porque no sales de la universidad y ya de repente te has convertido en ilustrador. Tienes que creerte que lo eres y, así, poco a poco vas aprendiendo, contactando con gente y trabajando».

En los últimos años de Universidad, a Patri le marcó bastante un fenómeno extendido en su promoción: «me impresionaba bastante que mis compañeros sintieran miedo a las críticas de otros y que les diera vergüenza exponer sus trabajos. Realmente, si hay un sitio en el que tiene que hacerse esto es en la Universidad».

Se quedó con esta idea y desarrolló un Trabajo de Fin de Grado con una proyección real en el mercado. ¿En qué consistía el proyecto? Era un juego de rol infantil que permitiera a los niños personificar sus miedos en distintos monstruitos, a los que conseguían descubrir y controlar. «De esa manera, los niños podían superar esos miedos que si no iban a arrastrar de adultos». El juego se llama «Pequeños detectives de monstruos» y tuvo acogida por parte de la editorial Nosolorol.

La ilustración, la ética y la educación

Otro juego de rol que han creado se llama «Buscaduendes», también dirigido a niños y ambientado en un reino de magos, brujas y duendes, al estilo de los niños perdidos de Peter Pan. El objetivo es ayudar a los duendes que causan problemas en ese mundo mágico porque están siendo explotados por las brujas.

«En el fondo lo que nos planteamos es presentar a los niños la oportunidad de tener que tomar decisiones morales«. Un ejemplo de ello es que, aunque la mayoría de los duendes se rebelan, hay algunos que aceptan servir porque se encuentran a gusto con las brujas y, por ello, se han convertido en duendes-calderos.

Puede parecer que el mundo de la ilustración es una mera producción de dibujos al servicio de un texto o una idea, en la que se permite un cierto margen de autonomía y creatividad por parte del artista, pero para Patri y Álvaro, la ilustración no es solo eso. Ellos ven claramente la oportunidad que tienen de educar a través de sus creaciones.

Juego de mesa “Los buscaduendes”

Con los «Buscaduendes», Patri y Álvaro plantean problemas morales a los más pequeños, todo en un áura de fantasía medieval, lleno de brujas, duendes y magos. Fotografía realizada por Laura Carapeto Moreno.

Con «Pequeños detectives de monstruos», quieren ayudar a los niños a superar sus miedos jugando, para combatir problemas como el bullying o la falta de empatía.

Ahora, con «Los buscaduendes», tratan de fomentar los momentos en familia, espacio en el que presentan a los niños la oportunidad de tomar decisiones morales, para que se hagan cargo de sus propias elecciones y para que entiendan que, muchas veces, hacer lo correcto en cada momento es más difícil de lo que parece. Pero, ¿por qué esta insistencia en la moral y en la educación? Álvaro responde seriamente con una máxima: «si no tenemos ética, ¿a dónde vamos?».

¿Cómo es el proceso creativo de la ilustración aplicada a los juegos de rol?

Profundizando, el proceso de creación de un juego, sobre la base de ilustraciones es arduo. Aunque los tiempos y modos de cada artista pueden ser distintos, los dos coinciden en que lo primero es plasmar todas las referencias de las que se habían estado nutriendo y que pudieran servir para este juego ambientado en la Edad Media: los niños perdidos de Peter Pan, series, películas, ilustraciones e ideas sueltas.

Es necesario consumir mucho, clasificar las ideas buenas, los posibles referentes o inspiraciones, para tener un orden y ayudar a la memoria. «Para hacer cosas hay que tenerlas en la mente, todo nace de algo, sobre todo de muchos referentes y de estudiarse nombres».

«Este es un primer paso que ocurre como quien no quiere la cosa. Te vas alimentando todos los días, te nutres y, al final, la cabeza crea el resultado de todo eso que has visto y pensado».

Álvaro Corcín, ilustrador

Lo siguiente es ordenar títulos. Una vez que se tiene la temática y la idea general, aconsejan tener una lista general de contenidos. En concreto, hacer una ficha con las características tanto de los personajes como de la dinámica del juego. También, un índice de cómo se desglosa la historia. «Al principio solo son títulos, pero luego se va desarrollando poco a poco. Escribes algo, y luego vuelves a atrás y vas completando todo poco a poco».

Cuando ya se tiene el 80% del texto escrito, es el momento de comenzar a ilustrar. El reto de los ilustradores en este punto es «mostrar a la gente [el juego y los personajes] del modo en que lo imagino». Advierten del posible miedo a ser rechazado por la dificultad de plasmar todo en imágenes que se expliquen por sí mismas, pero reconocen la satisfacción que espera tras terminar el proceso. De hecho, recuerdan con ternura que los primeros buscadores que nacieron de sus mentes y de sus dedos fueron Neiah y Olsen.

Los lugares y escenarios también requieren de mucha dedicación. Álvaro y Patri no tuvieron mucho tiempo, por lo que usaron un método para componer escenarios y situar a los personajes: dibujaron las formas base de los personajes y elementos de escenas. Así, la creación de las páginas se basaba en la composición de distintos elementos, al modo de superposición de elementos mediante capas. Pero, advierten, esta no suele ser la manera convencional: usaron esta técnica por la falta de tiempo.

Una vez terminados los personajes y los escenarios, se dedicaron a la creación de un tablero, pues aunque la historia ocurra en la imaginación, pensaron que ayudaría bastante tener un soporte visual. Lo curioso del tablero es que no es liso, está formado por pequeños hexágonos que se van uniendo. Diseñaron todas y cada una de las fichas, que cuentan con una cara delantera y otra trasera, diferentes entre sí.

Los dados también son una parte importante, ya que sirven para saber si la acción escogida por el jugador ha salido bien o mal. «El juego necesita una referencia que te diga si eso que has hecho está bien o mal, porque si no todo sería demasiado fácil y se aceptaría todo».

El último de los pasos es revisar los detalles finales con la editorial o con el cliente, de forma que se encuentren todos los elementos necesarios para el juego de rol en buenas condiciones tanto de impresión como de formato.

Todos estos pasos hasta llegar al producto final, no lo han realizado solo con los dos juegos anteriormente mencionados. Además, tienen la experiencia de crear otro juego de registro completamente distinto: «Rising for the Throne», basado en el mundo de Juego de Tronos. También, han colaborado en otros proyectos ilustrando relatos infantiles, en concreto en el libro llamado «Meraki», estilo que, reconocen, es con el que más disfrutan.

En este carrusel de imágenes, Patri de Blas comparte su proceso: primero, unos bocetos, luego, añade el color y define más y mejor las formas y personajes. Por último, contamos con la carátula de dos juegos: “Meraki” y “Rising”, esta última de un juego conjunto inspirado en Juego de Tronos.

 

Algunos consejos para comenzar

En el transcurso de la entrevista y después de la explicación del proceso creativo de «Buscaduendes», Álvaro y Patri ofrecieron algunos consejos para aquellos que quieran comenzar su carrera profesional en el mundo de la Ilustración.

1.- La importancia del marketing personal: «Lo difícil de ser autónomo es comenzar, conseguir clientes, pero ser tu propio jefe es una ventaja, porque decides cómo te organizas el trabajo y qué días trabajas». Esta fue la primera sentencia de Patri, que no dudó en recalcar la dificultad de su profesión, sobre todo en lo que se refiere a crear una marca personal y a asumir la responsabilidad de ser el propio manager, como en cualquier trabajo en calidad de autónomo.

Los dos destacaron la necesidad de hacer contactos y mostrarse en público, por ejemplo, yendo a las inauguraciones o exposiciones culturales. Después de la primera afirmación de la tarde, Patri agregó una pequeña confesión: «Me cuesta la vida, pero hay que hacerlo».

Álvaro coincide con ella en la conveniencia de presentarse a otros artistas o empresarios: «Hay que acercarse y darse a conocer, porque si no nadie sabe quién eres, puedes ser un ilustrador o simplemente un espectador más que pasaba por allí para conocer ese evento».

Además de un buen marketing, Patri anima a todos los ilustradores a tener tarjetas de contacto y un portfolio en el que volcar todos los proyectos realizados. De esta manera, los clientes sabrán qué puedes ofrecer y qué no. Por su parte, Álvaro completa esta idea avisando de que existen otras maneras de mostrar el propio contenido, de hecho hay una muy al alcance de la mano: Instagram. La considera como un gran aliado porque «es una red social altamente visual«, por lo que los artistas pueden exponer su contenido de una forma fácil y accesible para el público.

2.- La creatividad y el origen de las ideas: para crear ilustraciones, se necesita de una alimentación artística diaria. Álvaro está convencido de que «para crear algo, tienes que empaparte todos los días de ideas y obras. De esa manera, te vas quedando poco a poco con detalles y, al final, todo eso se mezcla y se compone en tu cabeza».

La necesidad de nutrición constante no viene solo exigido para poner en marcha el proceso de creación, sino que también influye mucho en el desarrollo del propio estilo que » es como una receta, está llena de ingredientes: vas uniendo cosas y al final, el resultado es la mezcla de todo lo que has echado». Tras esta explicación del ilustrador, Patri argumenta que no sabría dar unas características fijas del suyo propio: «esto se consigue con la práctica y una vez que comparas tu trabajo con el del resto, sí que vas viendo la diferencia, pero muchas veces ves obras de otras personas y te planteas que esto lo podría haber hecho Álvaro o yo».

3.- La técnica condiciona el trabajo, siempre: Patri explica que esta cuestión va por temporadas, pero que suele trabajar con digital a excepción, por ejemplo, de sus creaciones para el InkOctober.

¿Ilustración digital o papel?

Hablando de la importancia de elegir una técnica o soporte, explica una anécdota: «Una vez tenía que hacer una ilustración para un cliente en papel, pero te limita mucho, tanto en la forma como en el color. En este caso concreto, se trataba de una ilustración en la que el personaje tenía el jersey de un color. Pero al cliente no le gustaba mucho y cuando me pidió cambiarlo, tuvimos que ponernos de acuerdo en el color final, porque una vez que tienes una base de color en el papel, no puedes cambiarlo tan fácilmente como en digital, no puedes pasar de un color determinado a su opuesto».

Por seguridad, explica, siempre es mejor lo digital, sobre todo por la tranquilidad que aporta el «Control + Z». Además, no es necesario hacer una inversión en material, porque las opciones de pinceles, colores y texturas ya se encuentran en el propio programa para ilustrar. Sin embargo, asegura, depende de cada artista y de sus preferencias en cada etapa.

 

Ahora te toca a ti

¿Qué te ha parecido la visión de estos ilustradores?, si eres ilustrador, ¿tu proceso creativo es parecido al de Álvaro y Patri?, ¿qué opinas sobre su visión de la educación aplicada a la ilustración? ¡Deja tu opinión y comentarios abajo!

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