Miguel Barba, doctorando de Economía: «Mi objetivo es ser el mejor poeta del siglo XXI»
Miguel Barba es doctorando en Economía por la Universidad de Navarra. Tiene 27 años y todavía le quedan dos más para terminar la tesis. Su inocencia y alegría son los primeros rasgos que llaman la atención, aunque la precisión y la meticulosidad son adjetivos que le definen bastante bien. No se conforma con cualquier palabra, porque ellas merecen un respeto, la delicadeza de alguien que las vea como sagradas. Y, precisamente, las palabras son sagradas para Miguel porque él es poeta y porque suele crear y a diseccionar cuerpos poéticos.
Esta conversación con Miguel Barba consta de tres partes. La primera parte es un cuestionario sobre la trayectoria de Miguel Barba como creador de poesía. En ella, el lector podrá conocer quién es Miguel y cómo se ha hecho poeta a sí mismo.
La segunda parte es algo más compleja: es una profundización filosófica sobre la creación poética y su relación con el mundo, descendiendo a la relación entre el poeta y su misión.
La última parte explica el proceso individual de Miguel Barba cuando crea poesía, plasmado en un poema producido concretamente para esta serie. El lector podrá ver el texto a la vez que escucha cómo el poeta lo declama con su propia voz.
Con estas tres partes complementarias el lector podrá acercarse a la poesía de una forma completa, haciendo un recorrido por cada una de ellas o escogiendo la que más le guste: (I) personal, (II) reflexiva o (III) creativa.
PARTE I: MIGUEL BARBA, DOCTORANDO Y POETA
«Es necesario desechar esa visión áurea del escritor, porque un buen poeta puede ser un hijo de puta»
«Gracias a todo lo que me ha pasado, a todo lo que soy, escribo poesía. Soy poeta a pesar de mí»
«La sociedad es la metáfora más bella jamás creada, por ello, la Economía me sirve de inspiración para escribir poesía»
LAURA CARAPETO MORENO.-Pamplona.
PERIODISTA: Algunos te llaman poeta. ¿Cómo te definirías tú?
MIGUEL BARBA: Todos los poetas somos unos borrachos, somos personas que necesitamos estar ebrias del mundo. La poesía es una forma de ver el mundo, en la que muchas veces la persona es lo menos importante. Lo realmente importante es el lector que ve a través del poeta. Además, debemos desechar esa visión áurea del escritor, porque un buen poeta puede ser un hijo de puta, como por ejemplo, Bukowski. Él era un hijo de puta y lo sabía, pero era un buen poeta.
Miguel siempre lleva un libro en la mano. En sus ratos libres lee poesía, sobre todo, de autores gallegos y compone música.
Fotografía: Laura Carapeto Moreno.
P: ¿Para escribir poesía hay que tener una sensibilidad especial?
M.B: La palabra sensibilidad está muy manida, cada uno sentimos de distinta manera. Si tengo una manera peculiar de ver el mundo, viene primero del lugar del que procedo. Porque nací en un cierto momento, en Galicia, y solo por esa concreción, soy capaz de ser universal. Porque he nacido donde he nacido, gracias a todo lo que me ha pasado, gracias a todo lo que soy, escribo poesía. Soy poeta a pesar de mí.
P: ¿Sois los poetas unos incomprendidos?
M.B: Una madre que se entrega por sus hijos no es una incomprendida, un padre que cría a sus hijos, tampoco lo es. La poesía como contemplación de las maravillas del mundo, que además te permite entregarte a él, no debería serlo.
En esta pregunta, Miguel Barba se muestra algo contrariado y molesto. Al equiparar la poesía con el trabajo de un padre o una madre que se desviven por sus hijos, pretende reflejar esta como algo sacro y reservado solo para aquellas personas que se dedican a lo que aman desde la entrega.
P: ¿Cómo se conjuga un doctorado en Economía con la poesía?
M.B: Ambos explican la esencia del hombre, de lo que supone ser hombre. La poesía tiene el silencio como raíz y la economía empieza con la acción y trata sobre cómo el hombre se estructura a partir de la acción de otros hombres. La sociedad es la metáfora más bella jamás creada, por ello, la Economía me sirve de inspiración para escribir poesía, para ver el mundo como poeta.
P: ¿Cuándo fue la primera vez que escribiste poesía?
M.B: En infantil y parvulario. Tenía que escribir sí o sí, era una obsesión. Hice un poemario cogiendo folios y doblándolos en cuartillas. Iba rellenando el espacio en blanco con cuatro versos en cada cara. Recuerdo que cada una trataba de una cosa distinta, de cualquier cosa que se me cruzara por la mente. Eran malísimos.
Para este doctorando de Economía, la creación poética es tanto un capricho como una necesidad, que no se basa en rituales, sino en el trabajo y, en cierto sentido, talento.
Fotografía: Laura Carapeto Moreno.
P: ¿Tienes algún ritual propio a la hora de crearla: un lugar, un bolígrafo especial …?
M.B: No tengo ni método ni ritual. Lo único que tengo es una hoja de Word siempre abierta en el ordenador. Me gusta pensar en la creación artística y poética como un capricho: se te pasa algo por la cabeza, un capricho irracional y no te queda más remedio que escribirlo. Puedes tardar días o años. También creo que el proceso de creación es necesidad, como la de comer. Pero tengo que aprender a darle forma, cada vez que escribo trato de mejorar con respecto al anterior.
P: Antes has comentado que el poeta es quien tiene una visión concreta del mundo, no quien necesariamente quien escribe poesía. Y tú, ¿por qué elegiste las palabras?
M.B: Creo que la palabra es lo más moldeable, por eso he elegido trasladar mi visión del mundo mediante la poesía. Los demás, la escultura y la pintura, por ejemplo, se forman con materiales ajenos que por su condición de materia, ya presentan un grado de limitación mayor que las palabras.
P: ¿Cómo un poeta normal se convierte en un gran poeta?
M.B: El único método que demuestra la madurez del poeta es haber encontrado el ritmo con el que late su corazón. Puede sonar cursi, pero tiene que ver también con la parte más técnica. Por ejemplo, el español es una lengua que facilita la construcción de endecasílabos, pero yo me desenvuelvo mucho mejor con un ritmo de seis o de diez, y trato de mantenerme fiel a esto.
P: ¿Existe la Musa?
M.B: Sí. Un poeta lo es también desde su concreción más absoluta: soy gallego y para mi la Musa procede de mis raíces gallegas. Este pueblo siempre ha estado inmerso en lo místico.
Mi padre no me solía contar las cosas místicas que habían ocurrido en la historia de la familia, pero si alguna vez me contaba algo de este tipo, sabía que era verdad.
Mi tía-bisabuela, Filomeniña ya llevaba bastante tiempo sin acabar de morir. No podía. En la familia, creíamos que era porque a una meiga le había echado un mal de ojo. Así que la hermana de Filomena, Carmen, regresó al pueblo y habló con la meiga. Ella fue a nuestra casa, donde mi tía estaba en la cama y le dijo: «ale, Filomeniña: perdóoche. Podes morrer en pas«. Traducido es » a ver Filomeniña, te perdono, ya puedes morir». En ese mismo instante, Filomeniña murió.
Mi bisabuela Carmen se lo contaba a mi padre con lágrimas en sus ojos, porque el meigallo (el hechizo) para ella era algo tan real como para nosotros Internet.
Con esta anécdota familiar, Miguel quiere transmitir que las musas sí existen, pero no como las retratan convencionalmente, vestidas con finas telas tocando la lira en medio del bosque o como fuerzas extrañas que atrapan al poeta. Para él son la pervivencia de lo místico en los gallegos, de la creencia en los poderes de unos y otros, heredados de la tradición gallega más profunda.
P: ¿Alguna vez has tenido momentos de sequía?
M.B: Sí, y lo que he hecho ha sido callarme. Me callo porque no ser capaz de escribir no implica que deje de haber poesía. Pensar que para que exista la poesía tienes que escribir es una vanagloria. En estos casos, simplemente trato de disfrutar del silencio.
P: Muchos piensan que el poeta es una persona que tiene una gran sensibilidad, pero muchas veces también tenemos en la cabeza al perfil de poeta solitario, misterioso y a veces, nada normal. ¿Crees que es fiel este retrato?
M.B: ¿Es real la normalidad?, ¿existen personas normales? Creo que simplemente hay personas que tienen una sensibilidad más exacerbada y con ella, lo que pueden hacer es expresarse de un modo no reglamentario.
P: ¿Cuál es la poesía que más te ha marcado?
M.B: Es una canción gallega llamada Cantiga de Berce. Recuerdo que siempre me la cantaba mi padre.
P: ¿La poesía te ha convertido en mejor persona con el paso de los años?
M.B: La poesía permite hacerse pequeño. Tener esa sensación de pequeñez frente al mundo, te hace ver sus maravillas y te permite entregarte.
P: ¿De qué te sirve escribir poesía?
M.B: Para nada. Escribir poesía no tiene utilidad. Desde el punto de vista capitalista, no sirve para nada, normalmente tampoco da dinero. Pero verdaderamente creo que la poesía no debe servir para nada.
P: Y, entonces, ¿por qué escribes?
M.B: Por falta de humildad, por falta de grandes poetas que me lleven a callarme, por eso, mi objetivo es ser el mejor poeta del siglo XXI.
Miguel reconoce que debe ejercerse un acto de rebelión y revolución artística, porque las profundidades y matices que se alcanzan, plasmadas en la poesía, deben ponerse por delante de cualquier intento, incluso, de humildad. Para finalizar esta primera parte, bien se podría terminar con un apunte suyo: «Pensar que para que exista la poesía tienes que escribir es una vanagloria». La verdadera falta de humildad sería quedarse callado ante tanta belleza, sin compartirla. Sin embargo, es necesario recordar que nadie es insustituible, sino que se trabaja para la expansión de la belleza, quiéralo el poeta o no.
PARTE II: «El poeta es un prisma catalizador del mundo», según Miguel Barba
«El comienzo y el fin de la poesía es el silencio»
«El poeta es un prisma catalizador, solo refleja las cosas que recibe el mundo y las proyecta»
«Hay que distinguir entre poesía como disciplina y la poesía en su esencia, que radica en un modo concreto de ver la realidad»
LAURA CARAPETO MORENO.-Pamplona.
PERIODISTA: Si tuvieras que definir la poesía con una sola palabra, ¿cuál sería?
MIGUEL BARBA: Silencio. Como el Motor inmóvil de Aristóteles, estático, en silencio. Escribir es ya un movimiento, es expresar algo de una forma concreta. La poesía sale de una voz que se encuentra en el interior, dentro de lo místico que hay en el hombre. El comienzo y el fin de la poesía es el silencio. Primero, desde el momento en que uno se vacía de sí mismo y llega a la maravilla y a la palabra. Pero no hay que confundir el silencio como la ausencia total de ruido, son cosas radicalmente distintas.
P: ¿Qué supone la poesía para el mundo?
M.B: La poesía es ser capaz de ver lo universal a partir de lo concreto, a partir de una realidad puramente humana. Son como los misterios católicos: puede que no entendamos del todo, pero captamos algo infinito. La parábola es parecida a la poesía, porque habla de una forma concreta, de una manera en la que la persona que lo escucha entienda lo universal.
Representación de la misión del poeta con respecto al mundo haciendo, ilustrado en la portada del disco «The Dark Side of the Moon» de Pink Floyd.
Fotografía de el_silver (Flicker, CC BY).
Puede sonar absurdo, por ejemplo, que «la Luna es un trozo de queso». Sin embargo, se vuelve máximamente real cuando alguien lo escribe. Lo ilógico, lo paradójico, es lo máximamente humano. Es decir, algo que puede parecer absurdo, pero es verdadero, es verdad en el momento en que alguien lo escribe y en el momento en que alguien lo lee.
P: En lo que llevamos de entrevista has hablado de tres elementos: mundo, poeta y lector. ¿Cómo se conjugan?
M.B: El poeta es un prisma catalizador, solo refleja las cosas que recibe el mundo y las proyecta, como el símbolo de Dark side of the Moon de Pinkfloyd.
El poeta es aquella persona que capta las maravillas del mundo, por tener esa visión concreta sobre él. Todo esto, pasa por su cabeza y luego lo plasma, por ejemplo, de palabras. Pero es necesario que el proceso se haga pasando por la mente del poeta.
En este punto, Miguel trata de aclarar la función de poeta como catalizador. Se pone nervioso, pues considera este concepto como vital. Por ello, para la entrevista y realiza unos trazos sobre el dibujo que realiza la entrevistadora.
Los trazos marrones son las flechas que enfatiza Miguel, al explicar la misión del poeta como proyector de las maravillas que recibe del mundo.
Fotografía: Laura Carapeto Moreno.
Hay que distinguir entre poesía como disciplina (una métrica con ritmos definidos) y la poesía en su esencia, que radica en un modo concreto de ver la realidad. La poesía necesita del catalizador, de la cabeza del poeta , aunque el mundo por sí solo sea capaz de crear actos poéticos.
Sin embargo, si quiere escribir tiene que tener talento, pero no hace falta que escriba. Puede esculpir o puede ser padre.
P: ¿Qué es entonces la poesía?
M.B: Poesía es la determinación absoluta de las cosas tal y como no son, por ello se recurre a lo metáforico y a la palabra. De hecho, el poder de creación de la poesía nace del silencio, de quedarse callado.
P: ¿Cómo distinguir una buena poesía de una mala poesía?
M.B: La buena poesía es la que habla de la esencia del hombre, de su plenitud y también de lo más ignominioso e impúdico. Mucha gente se queda en la belleza de las palabras, pero la delicadeza estética no es todo: es la delicadeza que se requiere para diseccionar un cuerpo. De la misma manera, el poeta disecciona cuidadosamente un cuerpo verbal para explorar lo que quiere exponer de sí mismo.
La poesía es la conversación con lo más esencial del ser humano y del mundo. Se puede conocer el mundo sin mediación. Creo en lo místico, en la intuición directa del mundo. Pero esto no viene solo, se trabaja. Como por ejemplo se lo trabajó Antonio Machado desde el inicio hasta el final de su vida. De hecho, sus dos últimos versos son «estos días azules y este sol de infancia», y son verdaderamente bellos y profundos, porque guardan relación con toda su obra, reflejo de su vida.
Según un artículo de WMagacín, las impresiones del joven poeta y doctorando se ven confirmadas, ya que estas últimas palabras escritas en un papel, encontrado en la chaqueta del poeta español, tienen reminiscencias a toda su obra. En sus versos es bastante común la referencia a su infancia, en el que los cielos y la luz del sol son personajes asiduos. No hay más que comparar este último poema con otro muy famoso llamado, Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla. En una entrada de El Olmo, blog del Club de lectura de Castellnovo (un municipio de Valencia), se explica de forma detallada y amena tanto la vida como la trayectoria poética de Machado a raíz de este poema.
P: ¿La poesía te puede convertir en un narcisista?
M.B: Sí. La poesía puede llevarte a ser ególatra. Un ejemplo de ello son las peleas de gallos, las actuales, pero también las que se daban en el Barroco español, entre Góngora y Quevedo.
Pese a creer en lo místico, en la Musa, plasmada en sus raíces gallegas, este poeta cree ante todo en el trabajo continuo de pulir las palabras.
Fotografía: Laura Carapeto Moreno.
PARTE II: «El buen tendero», poema de creación poética
LAURA CARAPETO MORENO.-Pamplona.
En esta última parte, Miguel explica cómo es su proceso personal de creación poética mediante un poema compuesto para la ocasión.
Anteriormente, ha dejado bien claro que no tiene «ni método ni ritual«, pero esto no implica que se tengan una serie de percepciones sobre el proceso. Precisamente, esto es lo que pretenden transmitir estos versos de Miguel para Kairós:
«El buen tendero»
Me pides que describa con palabras
las voces tan etéreas que me cruzan
Que encierre en unos versos
todas las rosas ardiendo
el barullo del viento encajonado en mi cabeza
y las tropecientas mariposas que aún tengo sin clasificar
Lo mejor que puedo decirte
(y no me tomes esto como un poema)
es que mi cabeza es un pequeño cajón de sastre
donde confluyen muchos de esos caminos
por donde se pierden las monedas antiguas
los pequeños tesoros
y algún que otro ojo de muñeca
Yo como un tendero viejo
acudo quejoso cada vez que un objeto
llega y suena la campanilla
“Ya va, ya va” digo
“Es que nadie se apiada de una pobre alma vieja”
y voy despacito a tomar nota
de qué ha llegado
y de donde procede
y quizás de algún dato curioso que vea relevante
Luego los ordeno cuidadosamente
A veces alguna chiquilla caprichosa
de ojos vivos y voz deliciosa
viene a mi tienda a pedirme que le dé
alguno de mis tesoros
y allí que voy yo renqueante a rebuscar en los anaqueles
y estanterías
entre el polvo y las polillas
el objeto que ella pide
Al principio las arañas me asustaban
pero ahora me ayudan en mis pesquisas
“¡Donde estaba aquel sol de abril tan calentito y rendondo?”
les digo yo haciéndome el sordo
y ellas me dibujan con sus telas:
“Allá, allá al fondo. Junto al tesoro del barco que nadie ha encontrado
y todas las equis caídas de los mapas”
Y allí que voy yo al fondo de mi tienda
a buscar la cosa exacta el sol preciso que la niña pide
porque quien puede negarle a un poema vivo otro poema
pequeñito y olvidado
No todos los días un viejo tendero recibe a una chiquilla
que se interese por su empleo.
Ahora te toca a ti
¿Qué te han parecido las tesis de este poeta?, ¿piensas lo mismo que él o difieres en algún punto?, si eres poeta, ¿tienes algún proceso creativo o como Miguel, simplemente creas? ¡Deja tu comentario abajo!